miércoles, 8 de abril de 2009

Mazinguer Zeta y unos cuantos niños armados con cirios


El haz y el envés forman parte de la misma hoja. De igual modo, en un sólo día es posible pasar por varios estados de ánimo e incluso sentirse varias personas distintas.
Esta mañana las calles comenzaban a estar llenas de gente que salía a dar un paseo. Muchos eran turistas.
En el Paseo de Cánovas habían colocado unas esculturas magníficas de Manolo Valdés que le daban a la ciudad cierto aire bohemio y cosmopolita.


El contraste llegó cuando bajamos a la plaza a comprar unos polos en la confitería de Isa y me escoció en los ojos la imagen de las gradas que han colocado para que los curiosos puedan ver las procesiones. Unas gradas que recordaban que Cáceres aspira a ser capital cultural gracias (ahí es nada) a la tramoya de la semana santa. Eso sí que es tener fe.



Por suerte, al subir para coger de nuevo el coche, pasamos por delante de Lulasonica, una tienda por la que siento debilidad. Me fascina entrar en ella a recrearme en todo lo que allí se vende: desde muñecos de Mazinguer Zeta a Rupertas de peluche o insignias de Starki y Hutch. Mi camiseta de Naranjito, por ejemplo, salió de sus percheros. Parece mentira que justo al lado de mantillas y niños armados con cirios haya un lugar tan interesante y divertido como éste.

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